miércoles, 15 de abril de 2015

Escultura

La escultura se dio fundamentalmente en ambientes públicos y tuvo objetos esencialmente propagandísticos y políticos, si bien no estuvo exenta de cierto sentido privado.


El retrato oficial

La escultura oficial servía así para adornar todo tipo de edificios públicos, como campamentos militares (para motivar a los soldados), foros, termas o teatros. Este es el caso de dos de los bustos más famosos encontrados en la Península, en las ruinas del teatro de Segóbriga, probablemente pertenecientes a Augusto y a su esposa Livia. El primero aparece como Pontifex Maximus, con la cabeza cubierta por el velo sacerdotal. De Augusto se conserva también un bello retrato adolescente procedente de Itálica, gran expresión del carácter helénico e idealizado de la época, sin perder la objetividad y el naturalismo propios del retrato romano. Abundan también estatuas de distintos personajes de la aristocracia local.

Augusto


Sin embargo, el retrato oficial alcanzó su máximo esplendor posiblemente en el siglo II. La época de Trajano se caracteriza por una mayor fuerza y cierto carácter militar, que se suaviza en época de Adriano, cuando el retrato se idealiza de nuevo. Ejemplos de ambos son las estatuas de Itálica.




Venus de Itálica (Sevilla)

Escultura religiosa

Otro tema muy recurrente en la escultura fue la religión, por un lado de la mitología clásica romana y por otro la de influencia oriental. En Hispania se han encontrado sobre todo ejemplos de la primera, como el espléndido desnudo de la Venus Anadynomene (naciendo de la espuma de las aguas) hallado en el teatro de Itálica. Entre los héroes se han descubierto en la Península numerosos ejemplos en bronce de Hércules y entre los dioses menores fueron muy populares las representaciones de Eros dormido, como el hallado en Elche.






Escultura funeraria

El tercer campo fundamental en el desarrollo de la escultura fue la escultura funeraria, en general bastante pobre en las provincias. En Hispania destacan los sarcófagos de la Tarracinensis, como el de la leyenda de Hipólito, hallado en el mar posiblemente procedente de un naufragio. Destaca también el sarcófago de la leyenda de Osorio, actualmente en el Museo Arqueológico de Madrid.



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