miércoles, 15 de abril de 2015

Arquitectura

Influida en sus orígenes por Grecia y los etruscos, Roma se convirtió en un gran imperio. Con ello, extenderá por todas sus provincias su cultura y su arte, dejando ejemplos de su arquitectura por todo el Mediterráneo.






La influencia etrusca

Todo el arte romano, y en especial la arquitectura, se vio muy influido por el arte etrusco. Este destacó, como se ha visto, por la incorporación del arco a las influencias griegas, así como por el estilo toscano. Ambos elementos serán incorporados y utilizados profusamente por la arquitectura  romana, así como el basamento que eleva la altura de los templos. A su vez incorporará otra serie de elementos de cierta relevancia, como el uso del cemento, los recubrimientos de mármol, y un regreso a la pérdida de la escala humana en las construcciones.

Arquitectura y ciudad

La arquitectura es la manifestación artística más importante de los romanos. Es un arte esencialmente urbano, supeditado a los intereses políticos de los gobernantes estatales, frente al carácter religioso que tuvieron los grandes edificios en las otras civilizaciones de la Antigüedad. Así se explican dos características capitales de la arquitectura romana, el sentido utilitario y la sensación de grandeza, que se manifiesta en una gran variedad de edificios y soluciones arquitectónicas.




Los romanos utilizaron los órdenes y perfeccionaron los instrumentos de trazado y cálculo, heredados del mundo griego, pero además incrementaron el uso de arcos, combinando arquerías y columnatas: extendieron el uso de cubiertas abovedadas; e inventaron la cúpula. También diversificaron los materiales constructivos: ladrillos, sillares de piedra y hormigón obtenido de la mezcla de cal y piedra volcánica.

La ciudad, delimitada por una muralla, se ordenaba por dos grandes calles: el cardo, eje norte-sur, y el decumanus, eje este-oeste, en cuyo cruce se hallaba el foro, un espacio abierto de forma rectangular, donde se celebraban los mercados y las asambleas políticas. Según el canon clásico, la anchura debía ser dos tercios de su longitud, y su superficie debía guardar proporción con el número de habitantes de la ciudad.



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